miércoles, 31 de julio de 2013

Memorias de un trotamundos

El amor hacia un club nace, es algo espontáneo que se desarrolla en nosotros y que se fortalece a lo largo del tiempo sin importar el pasado, presente o futuro de la entidad. Sin embargo en el entorno de los jugadores también puede florecer este sentimiento cuando un equipo presenta a un jugador la oportunidad para que crezca, se desarrolle y madure como un verdadero futbolista. Roberto Baggio es algo ajeno a ambas acepciones. Tal vez haya un color que destaque sobre otro en su corazón de futbolista, pero durante su carrera jamás se quedaría demasiado tiempo para demostrarle tal amor.  Baggio no entendía de fidelidades, era un nómada, un espíritu libre. Quizás los aficionados de los clubs para los que jugó no entendieron nunca la marcha de su estrella a otro equipo, pero lo respetaban por el servicio prestado y por sus grandes momentos de fútbol.
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Sus inicios se dan en el equipo de su ciudad, Vicenza. Con apenas 18 años, pone rumbo a Florencia, donde los hinchas más fieles del club viola todavía recuerdan sus hazañas en el Artemio Franchi. Su fichaje por la Juventus en 1990 supuso un importante golpe moral a los aficionados de la Fiorentina, llegando a haber rebeliones por las calles de la ciudad contra la directiva debido a la venta de su estrella. A medida que pasó el tiempo, Baggio cambió de camiseta muy a menudo, pero tal vez le quede algún resquicio para superponer sentimentalmente al equipo con el cual comenzó a forjar su leyenda.
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Su periodo como jugador de la Vecchia Signora supuso un ascenso futbolístico para “Il Codino”. Varios títulos con los juventinos y un Balón de Oro más que merecido en 1993 resumen esta etapa. Su caché provocó que otros clubs hiciesen importantes ofertas. Todo ello unido al resurgir de un jovencísimo Alessandro del Piero provoca la marcha del número 10 hacia Milan en 1995.Imagen
El periplo milanista del mediapunta estuvo marcado por su alternancia entre la titularidad y el banquillo. Su papel dentro de los rossoneros pasa a ser de segundo plano debido al número de estrellas con las que compartía vestuario. Su estela la forman varios títulos de liga y jugadas de ensueño acompañadas de goles.
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En sus próximas paradas (Bologna,Inter y Brescia) se observa una caída futbolística, pero Baggio era consciente de ello y sacaba a relucir más que nunca su enorme talento.
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Su amor sincero y su mejor fútbol fue el demostrado con la camiseta azzurra. Tres mundiales jugados y muchas alegrías, pero no tantas como Baggio y su generación hubieran merecido. Su fallo en la final del Mundial de EEUU en 1994 ante Brasil supuso la pérdida del título y una mancha en el historial del genial jugador. Sin embargo los verdaderos amantes del fútbol se quedan con cada uno de los minutos en los que “Il Codino” nos ofreció su magia al servicio de este espectáculo.
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Esa es la carrera de Roberto Baggio : despedida tras despedida, dejando un amargo dolor a los hinchas por su pérdida, pero recordándole con gran felicidad sus momentos de gloria.
Javier Cordero
Twitter : @javi15195    Correo electrónico :javi15195@hotmail.es

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