martes, 30 de julio de 2013

El primer golpe de la gran Italia del 82'

El ambiente no era agradable. Tres empates, solo dos goles a favor, muchas dudas en el juego y una clasificación in extremis. Sumar un gol más que Camerún, eso salvó a Italia en el Mundial de España 82′ de caer eliminada en la primera fase de grupos. Compartió devenires junto a la citada Camerún, una gran Polonia que acabaría tercera y Perú.
Por aquel entonces no había cruces de octavos ni cuartos de final, sino que se disputaba una segunda fase de grupos. La azzurra quedó encuadrada con Argentina y Brasil, los dos gigantes sudamericanos. Los primeros eran los vigentes campeones y habían sumado a su plantel a un tal Diego Armando Maradona, al que Menotti dejó fuera del triunfo en el 78′. La selección carioca era la favorita a levantar el título mundial, avalada por el estilo de Telé Santana. Cualquiera que pensase que Italia seguiría con vida sería tachado de loco o inepto.
Como toda buena prensa que se precie, en Italia andaban buscando culpables. Siguiendo los automatismos que dominan hoy en día, el primer señalado fue el seleccionador Enzo Bearzot, al que se le tachaba de ‘defensivo’. No contentos con su principal acusación, señalaron también a Paolo Rossi, debilidad de Bearzot y que había ido al Mundial tras dos años de inactividad por un escándalo de amaño de partidos. El maltratado Bearzot, al no recibir apoyo alguno de su país, decidió refugiarse en la figura de sus futbolistas. Ellos sí estaban con él a muerte. Marcharon a Vigo y se concentraron antes del partido contra Argentina, disputado en el desaparecido estadio de Sarriá (Barcelona).
Con el contexto que rodeaba a los azzurri ya expuesto, toca centrarse en el punto de inflexión: la victoria sobre la Argentina de Fillol, Pasarella, Maradona o Kempes, nombres conocidos y venerados en todo el panorama futbolístico. Y que mejor forma de comenzar que enumerando a los once italianos que saltaron al campo aquel 29 de junio de 1982.
Los once hombres de la azzurra aquel día
Los once hombres con los que formó Italia (fuente: elaboración propia)
Aquella Italia era un 5-3-2 , más cómoda jugando replegada y saliendo al contraataque que presionando arriba. Ese repliegue invitó a ceder la posesión a Argentina, que buscaba las espaldas de la defensa con balones en profundidad para Bertoni y Kempes, pero no había espacios. Los citados arietes argentinos se veían obligados a bajar a recibir al centro del campo, donde su compatriota Ardiles manejaba el partido a su antojo.
Excepto Rossi, Graziani y Tardelli (círculos azules) toda Italia defendía en campo propio (fuente: elaboración propia)
Excepto Rossi, Graziani y Tardelli (círculos azules) toda Italia defendía en campo propio (fuente: elaboración propia)
Antognoni. Escuché su nombre por primera vez este año, y quedé fascinado al instante. Fue en Llanes (Asturias), hablando con uno de esos locos del fútbol que viven su pasión en silencio, dedicándose a otros quehaceres. Gracias a él puedo escribir algo decente sobre esta selección, él me contó cada uno de sus secretos. Pero sigamos con Antognoni. Era el encargado de sacar el balón jugado junto con Scirea. Italia montaba sus temibles contragolpes con pases y combinaciones en corto, sumando varios efectivos al ataque. Conti entraba por la derecha y Tardelli (enorme llegador) era de movimientos libres. Antognoni jugaba más atado, pero gracias a su visión y distribución del juego Italia podía ser Italia.
Si atendemos a los nombres propios que gestaron este triunfo no puede obviarse el deGentile. Fue el encargado de marcar a Maradona al hombre, siempre flanqueado por la ayuda de alguno de sus compañeros. No había dado El Diego el salto a Europa todavía (lo haría ese mismo año fichando por el Barcelona) pero ya comenzaban a adivinarse sus artes. Sacarle del partido era clave y Bearzot lo sabía.
Maradona buscando una línea de pase (en negro) ante la vigilancia de Gentile y Antognoni (fuente: elaboración propia)
Maradona (círculo rojo) buscando una línea de pase (en negro) ante la vigilancia de Gentile y Antognoni (fuente: elaboración propia)
Los goles llegarían en la segunda parte, en sendas contras. En el 56′, una diagonal vertiginosa de Conti acababa descargando el balón sobre Tardelli. Tras una pared con Antognoni, el dorsal ’14′ cruzaba el balón ante Fillol. Era el 1-0 y el éxtasis para la hinchada italiana. En el 67′ Graziani destrozaba la defensa albiceleste con un pase al hueco. Habilitado en el mano a mano, Rossi no acertó a definir, pero la pelota la recogió Tardelli. Levantó la cabeza y la puso atrás para que Cabrini perforase de nuevo la red. Pasarella conseguiría recortar distancias en el 83′, pero la expulsión en la siguiente jugada de su compañero Gallego mermó las esperanzas de una Argentina que había presenciado como la malherida Italia ponía la primera piedra de su tercer título mundialista. Ese 2-1 en Barcelona levantó a la azzurra del suelo cuando estaba casi noqueada. La selección había vuelto a enamorar al país.

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