martes, 30 de julio de 2013

El Hellas de Mandorlini

Verona, corazón del norte de Italia, es sinónimo de tierra de fútbol. Demasiado fútbol diría, si tenemos en cuenta las cifras demográficas de la ciudad.  Hay un sólo estadio (el Marcantonio Bentegodi) que acoge a los dos representantes del calcio veronés; el primero, el Chievo, ya es un clásico para los que hemos crecido con el fútbol de este siglo. Sin embargo, su permanencia en primera división es cosa de hace unos pocos años. Para interesados/as, la historia de los guerreros gialloblu no deja de ser uno de los fenómenos más extraños de la intrahistoria futbolística (recomendada queda).
El segundo equipo de la ciudad, infinitamente más histórico que el primero (el Scudetto de 1984-85, las tres finales coperas, formar parte de la élite del Calcio en los años  70’ y 80’…), es el Hellas Verona. La entidad nació para llevar los colores azul y amarillo (gialloblu en italiano, de ahí sale su apodo) de la ciudad veronense por bandera. No obstante, como ya he dicho, es el Chievo quien desde hace un decenio se encarga de que el Marcantonio salga en televisión todos los domingos. Puede que la cosa cambie, ya que desde el 18 de mayo de este mismo año, la ciudad de Julieta tiene un nuevo representante en la Serie A: el Hellas de Mandorlini.

Desde Salerno hasta el Olimpo

La andadura de Andrea Mandorlini (actual entrenador del Hellas Verona) comenzó en el invierno de 2010 tras sustituir al que hasta entonces fuera el jefe del banquillo,Giuseppe Giannini. Giannini comenzó la temporada con una nefasta racha de resultados, llegando a sumar una sola victoria en seis partidos. Su último encuentro -el del finiquito- se jugó en Salerno (la Salernitana ganó 2-1 jugando como local), ciudad que curiosamente unos meses después se convertiría en uno de los lugares que mejores recuerdos (enlace) trae a la afición gialloblu. Con un panorama de tal calado, la metodología de Mandorlini (carácter, disciplina, trabajo grupal y cambio en la filosofía de juego principalmente) fue capaz de levantar el vuelo y meter al equipo en los playoffs de ascenso para luego alcanzar espectacularmente la  Serie B.
Al año siguiente, ya en segunda división, los veronenses no pudieron rematar la temporada tras de caer en  las semifinales de los playoffs ante el Varese. Lo cierto es que el equipo se adaptó a las mil maravillas a una segunda división en la que siempre es incómodo sobrevivir. El tercer año, o mejor dicho en esta misma temporada 2012-13, el plantel de Mandorlini pasó a ser uno de los candidatos a lograr el objetivo de alcanzar la máxima categoría (la Serie A). La capacidad para competir fuera y dentro de Verona, acompañada por la eficacia del sistema táctico (simple pero incombustible como luego veremos), sirvió para  completar un trienio compuesto de fantasía. El 18 de mayo el sueño dejó de ser virtual: el Hellas Verona volvería a compartir share con el Chievo a partir del año que viene.

2012/2013

El vigente subcampeón de la Serie B nos ha dejado varios detalles que explican por qué ha hecho merecimientos para subir al último escalón del fútbol italiano. Lo habitual en este tipo casos suele ser acordarnos del espíritu colectivo al que se ha encomendado el grupo para lograr el objetivo, además de la unión del grupo, el sacrificio y un largo etcétera que forma parte de la parafernalia a final de temporada. Hoy no será una excepción, aunque en este caso la unión y el sudor de la escuadra la veremos representada en los automatismos bien interiorizados que tiene este Verona en el campo. Nadie habla más de fútbol que el propio césped.
“Tener una idea de juego es lo que hace fuerte a un equipo. Es lo que marca la diferencia en el fútbol”. Palabras de Mandorlini un día después de caer por 2-0 en campo del Varese (23 de febrero de 2013).
Salvo en muy contadas ocasiones, el 4-3-3 ha sido para Andrea Mandorlini el método de actuación. Tres líneas juntas, evitar pérdida de posiciones, constantes ayudas, sacrificio defensivo y recuperar el balón para lanzar transiciones rápidas hacia arriba. Al Hellas le quema el balón, no le interesa demasiado, de hecho los jugadores siempre procuran mirar al frente. La razón de ésta práctica es muy sencilla; los tres que componen el centro de la maquinaria (Jorginho-Laner-Halfredsson habitualmente) están diseñados para desplegar el juego vertical.
sacrificio
Sistema defensivo: 4-3-2 + 1 (DC arriba)
Las alas (Martinho/Sgrigna en la izquierda y Juanito Gómez/Rivas en derecha) salen escopetados para armar una posible contra. Y en última instancia, los 185cm de Daniele Cacia (capocannoniere de Serie B el año pasado, con 24 tantos) coronan el esquema de Mandorlini en la punta de referencia. Cacia siempre es un recurso para bajar balones, prolongar o ganar tiempo y buscar las cosquillas de los centrales. Tiene una gran capacidad para estar en el sitio adecuado, de ahí que a sus 29 años esté ofreciendo su mejor versión con diferencia.
Nota: el Hellas Verona ha sido el equipo menos goleado de la Serie B (32 tantos)
Por si hubiera alguna duda del dibujo, en la siguiente imagen os adjunto el “once tipo” (hay muchas variantes que no se pueden plasmar en una sola imagen, pero el esquema se mantiene) que ha permitido al Hellas Verona volver a estar entre los grandes:
alineacion
4-3-3
La incógnita de cara al año que viene, además de mantener el grupo (baza que según algunos rumores parece difícil), es si ese “unisistema” es suficientemente válido para un equipo que jugará una competición donde la táctica no es generosa con nadie. Los conjuntos de alta gama concederán más -que no muchos- espacios porque asumen más riesgos, pero el potencial ofensivo y su inteligencia defensiva también exigirán mayor recorrido a los de Mandorlini. Es un universo completamente distinto, en principio, al que se han encontrado hasta ahora. Por eso encarar toda una temporada con una sola carta es arriesgado cuanto menos (aunque siempre y cuando se mantengan las figuras del año pasado, la idea puede funcionar). En cuanto a los equipos que lucharán en el barro, los de menor talla, muchos optarán por un juego rígido, acumulador de espacios. También los hay que se encuentran cómodos con balón. Aquí es donde veremos si el conjunto de Mandorlini es capaz de adaptarse al nuevo contexto, o si por el contrario mantiene su idea de juego hasta el fin de sus días.
@Xabint

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