martes, 30 de julio de 2013

De Rossi y Aquilani, un origen con dos caminos

Roma, la Ciudad Eterna. Esa metrópolis que destila aires de nostalgia de un pasado glorioso, un Imperio y una hegemonía que doblegó a toda Europa y parte de Asia desde que Rómulo y Remo fundasen la ciudad. Y como Rómulo y Remo, esta historia tiene dos protagonistas, que pese a no ser gemelos iniciaron su carrera con la pelota a la par:Daniele De Rossi y Alberto Aquilani.
Ambos se integraron de manera definitiva en la plantilla de la A.S.Roma en la temporada 2004/2005. De Rossi defendía la elástica giallorossi desde 2003, mientras que Aquilani tuvo que demostrar su potencial en el Triestina, donde jugó cedido una campaña. El impacto de ambos fue notorio: el despliegue físico y carácter de De Rossi contrastaba con el criterio con el que Aquilani dirigía el juego. Un tándem en el centro del campo que propició los halagos de toda Italia por la juventud de ambos (21 y 22 años). Las temporadas fueron pasando y la sociedad se iba asentando en un país con centrocampistas más propensos al juego defensivo que peloteros. Y claro, si algo escasea es mucho más codiciado. Esta pareja se rompió en 2008 cuando la Roma aceptó una oferta de 20 millones por Aquilani, que partía rumbo a Anfield. El Liverpool había contratado a un gran talento para su medular. Cuando ambos se separaron, sus carreras tomaron sentidos opuestos.
Aquilani (izquierda) y De Rossi (derecha) juntos en la Roma.
Mientras que De Rossi continuó siendo clave en la Roma y cada año se cernían amenazas de traspaso sobre su figura, el juego de ida y vuelta de la Premier dejaba en un segundo plano la labor de Aquilani, relegado al más oscuro ostracismo en su etapa como red: 28 partidos en dos años. Sus cesiones de vuelta a Italia (Juventus y Milan) le dieron más minutos, si bien nunca recuperó las sensaciones que transmitía cada domingo en el Olímpico de Roma. Finalmente este verano Vicenzo Montellaapostó fuerte por él y fue traspasado a la Fiorentina (8,5 millones y una salida por la puerta de atrás de la entidad de Anfield Road). El entrenador viola lo conocía bien de la Roma, ya que por entonces Montella era el “9″ de La Loba. Con el “10″ a la espalda, decidió establecerlo como la piedra angular de su proyecto, escudado por la experiencia y versatilidad de David Pizarro y la clase de Borja Valero, consolidando un tridente de primer nivel que ha devuelto a la Fiore al panorama futbolístico europeo.
Como ya hemos dicho, De Rossi siguió siendo la viga maestra que cargaba con la transición defensa-ataque de la Roma. Jugando a un gran nivel y siendo considerado uno de los mejores en su posición, sonaba cada período estival como el siguiente en salir de la squadra capitolina. Evadiendo todo este ruido, alcanzó el estatus de segundo capitán, alcanzando el culmen de su carrera. La decadencia, similar a la del Imperio, comenzó cuando dos figuras se cruzaron en su camino: Luis Enrique y Zdenek Zeman. Ambos entrenadores, partidarios de dos estilos de juego que escasean en Italia,  restaban peso en el campo a la labor de De Rossi, que perdía importancia partido tras partido. Cuando parecía que el PSG  sería su destino en el pasado mercado invernal, fue Zeman quien dejó la nave romana. Pero Andreazzoli no pudo enderezar el rumbo y De Rossi continuó con su particular cuesta abajo, la cual parece haber tocado fondo en la pasada final de la Coppa d’Italia contra la Lazio, donde su aportación fue nula y se vio superado en todo momento.

Mientras Aquilani parece vivir una segunda oportunidad en el Artemio Franchi, De Rossi mira con resignación la cima del monte Palatino, donde descansan los restos de Remo, temeroso de que el nivel que lo encumbró también se encuentre allí.

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